Trump en la ONU: Aún huele a azufre
El presidente estadounidense Donald Trump puso la nota de color a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sus aseveraciones, muy cercanas al cinismo, no sólo provocaron una cascada de risas en el auditorio, sino que el ambiente de la gran sala de sesiones se inundó de estupor por la agresividad de su discurso.
Trump, presidente de la potencia militar más temible del mundo, llegó tarde a su turno y debió hablar después de su par ecuatoriano, y en cuanto comenzó su alocución, cargada de autoelogios y chovinismo, hizo reír a los presidentes, cancilleres y embajadores presentes, lo que incomodó al magnate.
No sólo se animó a alabar la construcción del muro antimigrantes en México, sino que aseguró que en sus dos años de gobierno consiguió más que cualquier otra administración en la historia de su país. Y ante el asombro de todos, aseguró que “la economía de EEUU está floreciente como nunca antes y tenemos el desempleo más bajo de los últimos 50 años… el desempleo de los latinos y negros y otros grupos ha disminuido”.
Quizá sin saber a ciencia cierta qué significaba realmente la reciente declaratoria de la “Década de Nelson Mandela por la Paz” por parte de la ONU, siguió con su libreto (¿tendrá guionista o es un improvisador?) dejó sentada su vocación guerrerista: “Nuestras fuerzas militares serán pronto más poderosas que nunca… en otras palabras, los Estados Unidos son más fuertes, más seguros y ricos que antes de asumir mis funciones”, se jactó, para luego incitar a un golpe militar en Venezuela.
Trump, sorprendido por las risas del auditorio, titubeó algo desconcertado, pero insistió en que «es la verdad» y admitió que «no era la reacción que esperaba». Lo que vino después fue un asalto contra lo que representa la ONU como máxima institución multilateral mundial y la afirmación de que EEUU rehusará ceder su «soberanía» ante el orden, leyes y agencias supranacionales.
Mutis en el foro: toda esa andanada fue recibida en silencio por casi todos los 192 estados miembros de la ONU, mientras el aún presidente estadounidense celebrarba que «nuestra fuerza militar será más poderosa de lo que ha sido jamás». Obviamente, no había prestado la menor atención al exhorto hecho minutos antes por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, sobre la urgencia de fortalecer el multilateralismo para abordar los problemas más graves que enfrenta el mundo.
Trump proclamó lo opuesto: «Rechazamos la ideología del globalismo y abrazamos la doctrina del patriotismo» e indicó que ordenó el retiro de su país de varios acuerdos apoyados por la ONU, entre ellos el tratado nuclear con Irán, del Consejo de Derechos Humanos y de la Corte Penal Internacional, al afirmar: «nunca rendiremos la soberanía de EEUU a una burocracia global no electa y que no rinde cuentas».
Y siguió su discurso imperial: anunció nuevas sanciones contra los colaboradores más cercanos del presidente Nicolás Maduro en Venezuela, donde Trump declaró: «estamos atestiguando una tragedia humana», porque «el socialismo ha llevado a la bancarrota al país rico en petróleo y llevado a su pueblo a la pobreza abyecta», con la ayuda de «sus patrocinadores cubanos». Y convocó a los presentes a un esfuerzo para «restaurar» la democracia en ese país.
De paso condenó al régimen de Irán, al cual acusó de ser una «dictadura corrupta» que «siembra caos, muerte y destrucción» y aseguró que «no podemos permitir que el principal patrocinador de terrorismo en el mundo posea las armas más peligrosas del planeta». También advirtió de que intervendrá en Siria si ese régimen emplea armas químicas.
En todo su discurso se abstuvo de hablar de Rusia y del cambio climático, y al ilustrar su defensa de lo que califica como «soberanía», resaltó como ejemplo que ya está construyendo su muro fronterizo con México.
Y de golpe se retrasó el reloj hasta la Guerra Fría: «virtualmente todo lugar en que se ha intentado el socialismo o comunismo, se ha producido sufrimiento, corrupción y degradación», afirmó, y además aconsejó que «todas las naciones del mundo deberían resistir al socialismo y la miseria que lleva a todos».
Pero el ataque a Venezuela en la sala le pareció poco, y lo siguió en comentarios a medios, señalando que el gobierno de Maduro «es un régimen que francamente podría ser derrocado muy rápidamente por los militares, si éstos deciden hacer eso». Refrendó la Doctrina Monroe (América para los norteamericanos) como política de su gobierno, al decir que en el hemisferio occidental «estamos comprometidos con mantener nuestra independencia de la intrusión de poderes extranjeros expansionistas».
Siempre viene bien recordar que el 20 de septiembre de 2006 el comandante Hugo Chávez, presidente de Venezuela, dijo:“Ayer estuvo el diablo aquí, en este mismo lugar. ¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar!”. Claro, no se refería a Trump sino a las poses imperiales del entonces mandatario George Bush, en el mismo podio ocupado por Trump en el 73 período de sesiones de la Asamblea General.
A propósito, el presidente boliviano Evo Morales advirtió de que EEUU y sus aliados aprovechan la palestra de la ONU “para lanzar ataques golpistas contra Venezuela” y remarcó que “la verdadera amenaza a la paz mundial es el intervencionismo de EEUU”.
El cambio climático y los riesgos de la tecnología
Por su parte, el secretario general Antonio Guterres declaró que el mundo padece «un desorden de déficit de confianza» ante una ola populista y la fragmentación social, y alertó de dos problemas cada vez más urgentes que definirán el futuro inmediato del planeta.
«El cambio climático procede más rápidamente que nosotros y si no cambiamos curso en los próximos dos años, arriesgamos un cambio climático desatado», declaró, y advirtió de que nuevos avances en tecnología representan tanto oportunidades como riesgos cada vez más peligrosos, sobre todo si se emplean para fines bélicos. Ante estos desafíos, afirmó, la cooperación internacional es más necesaria y urgente que nunca y señaló que «el multilateralismo está bajo fuego justo cuando más lo necesitamos».
Raídamente, el presidente francés Emmanuel Macron se desmarcó de Trump y retomó el exhorto del secretario general contra el aislacionismo y afirmó que el «nacionalismo siempre lleva a la derrota», y pidió a los estados miembros que «no acepten la erosión del multilateralismo», algo que recibió una ovación.
El presidente de Irán, Hassan Rouhani, seña ó que el rechazo al multilateralismo es «un síntoma de la debilidad de intelecto; revela incapacidad para entender un mundo complejo e interconectado». Acusó a Trump y a sus aliados de querer derrocar a su gobierno y de violar el derecho internacional, así como sus obligaciones estatales por retirarse del acuerdo nuclear de 2015.
Mientras tanto, varios presidentes sudamericanos –entre ellos los de Ecuador, Brasil y Argentina– respondieron obedientemente al llamado de Trump contra Venezuela. En sus discursos criticaron al gobierno de Maduro por violaciones de derechos humanos y el argentino, Mauricio Macri, anunció que su país presentará ante la Corte Penal Internacional (no se enteró de que Trump la declaró «ilegítima») «los crímenes de lesa humanidad de la dictadura venezolana».
Mirko C. Trudeau
Mirko C. Trudeau: Economista jefe del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York).
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