Trump viola derechos, AMLO no

El artículo de The New York Times ( NYT) firmado por Azam Ahmed y Kirk Semple señala que el presidente Andrés Manuel López Obrador, con tal de no pelearse con Donald Trump, acepta que su contraparte estadounidense devuelva a más de 120 mujeres, hombres y niños a Tijuana en lo que esperan la resolución de sus solicitudes de asilo en Estados Unidos.

En el artículo se señala que los grupos defensores de migrantes han denunciado que esto implica botar a las personas en zonas violentas de México y contraviene su derecho a tener asesoría legal y respaldo familiar en Estados Unidos. Un grupo de activistas presentó una demanda contra los protocolos migratorios de Trump y se espera que en los próximos días haya una orden de restricción temporal en lo que se delibera el caso, pues el gobierno viola las leyes migratorias y de derechos humanos estadounidenses e internacionales. El artículo daría a entender que López Obrador, que ha impulsado sus credenciales como defensor del pueblo y de las personas vulnerables, parecería no hacer honor a sus dichos.

No hay ninguna duda de que México no debe hacer el trabajo sucio a Estados Unidos, como se hacía hasta antes del gobierno del presidente López Obrador. Eran moneda corriente las deportaciones desde la frontera sur de México, que en ocasiones superaban las realizadas por Estados Unidos. El programa denominado Frontera Sur tenía justamente ese propósito: ser el filtro para tener tranquilo a Estados Unidos, con lo cual se convertía en cómplice de las violaciones a los derechos humanos y acuerdos internacionales del país vecino.

La nueva administración se ha propuesto cambiar la política migratoria de los sexenios anteriores, y el primer movimiento ha sido colocar como comisionado en el Instituto Nacional de Migración al doctor Tonatiuh Guillén López, un académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas que fue presidente de El Colegio de la Frontera Norte. El doctor Guillén es un experto en cuestiones migratorias y, lo más importante, con perspectiva en derechos humanos. Es un cambio significativo, pues el comisionado anterior, Ardelio Vargas, tenía como profesión la de policía, perfil que correspondía con el modelo migratorio de seguridad nacional y criminalización migratoria de los gobiernos anteriores.

Otro cambio importante es que se intenta dar un orden al paso de los migrantes, para lo cual se les otorgan visas humanitarias y se toman sus datos. De esta forma se supera la terrible figura del indocumentado, del migrante irregular o ilegal, lo que reduce, de cierta forma, su de por sí grave vulnerabilidad. Las deportaciones se han disminuido en forma sustancial y sólo se ejecutan en aquellos casos en los que se hayan detectado situaciones de peligro.

Por otro lado, los migrantes pasan directamente a los albergues y no a centros de detención. Medidas que no han sido fáciles de instrumentar, pues las caravanas han sido una nueva forma de llegada y el país no estaba preparado para el ingreso en forma masiva. Por ello ha habido ciertamente descontento en municipios de la frontera donde se concentran los migrantes, pues también han faltado formas de colaboración entre Federación y estados. Y claro que los migrantes están en el norte, pues la mayoría de ellos quieren pasar a Estados Unidos, sin importarles los obstáculos y las dificultades.

Trump ha utilizado a los migrantes como su punta de lanza electoral, y gracias a sus discursos llenos de odio y desprecio logra encender a sus seguidores al afirmar que hay una crisis migratoria, por lo que hay que construir un muro. Aprovechando la situación ha decido en forma unilateral regresar a México a los migrantes que esperan audiencia para sus casos de asilo, violando los acuerdos migratorios. Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, afirmó que está trabajando de manera conjunta con sus homólogos mexicanos para hacer de México una sala de espera para solicitantes de asilo. Aunque las autoridades mexicanas insisten en que no hay ningún acuerdo vinculante con Estados Unidos, la secretaria Olga Sánchez Cordero señaló en esa reunión que en el marco del nuevo paradigma migratorio adoptado por el gobierno mexicano se está priorizando la visión humanitaria y de derechos humanos, ante lo cual acepta que los migrantes sean devueltos a territorio nacional, pero con un esquema ordenado mientras esperan la resolución de su solicitud de asilo.

El artículo del NYT interpreta esa decisión como debilidad del gobierno mexicano, pero es exactamente lo contrario. Por un lado, eso esperaríamos si fuera la situación por la que nuestros connacionales estuvieran pasando, pero por otro lado es inaceptable pensar que México va a poner una valla de policías en el norte para impedir su paso con los consabidos gases lacrimógenos.

Precisamente, México ha decidido no hacer el trabajo sucio de Estados Unidos y ser congruente con el nuevo paradigma migratorio, que obliga al país a hacer efectivos los derechos humanos y la solidaridad con los migrantes. De esta forma, López Obrador hace honor a sus credenciales como defensor de las personas vulnerables, además de ser una forma inteligente de enfrentar a Trump.

Ana María Aragonés

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