Tupé imperial

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Lo que ocurre en Estados Unidos es una tragedia de marca mayor. Nunca ese país había enfrentado en su propio suelo una crisis como la que ha provocado la actual pandemia de la COVID-19; todo un desafío global. Y, lamentablemente, le ha sucedido en los tiempos de Donald Trump.

Más de dos mil muertes en un día, más de 26 mil acumuladas por esta enfermedad viral, muestran la magnitud del episodio. Nueva York vive cual Babel estremecida; la Luisiana parece ahogada entre índices de pobreza y grados de incertidumbre que hacen multiplicar los efectos de la epidemia.

Es el resultado doloroso de un sistema que privilegia el lucro sobre la vida, la medicina privada asistencialista bien lucrativa por sobre la salud pública comunitaria y preventiva. Es la fotografía instantánea de un país con casi 30 millones de personas excluidas del acceso a los servicios de salud. Pero es, sobre todo, el reflejo de la presidencia de un mandatario afiebrado, prepotente, autosuficiente hasta la ignorancia, cambiante como la veleta al viento.

Trump minimizó el peligro que esta enfermedad planteaba a su país y el mundo. Perdió semanas valiosas para preparar a su nación mientras seguía entre juegos de golf y andanadas de tuits. Cambió una y otra vez de posiciones y pronunciamientos a lo largo de semanas, y lejos de unificar esfuerzos se dedicó a lanzar dardos contra el Partido Demócrata y varios Gobernadores.

Cuando la tragedia le estalló en pleno rostro, buscó desesperadamente culpables fuera de sus fronteras. Primero intentó apuntar a China como la causa de lo que ocurría en Estados Unidos. Pero del otro lado del Pacífico recibió contundente respuesta, a las vez que la mano generosa de una potencia que ha sabido enfrentar con más éxito el desafío.

Hay que recordar que mientras el pueblo y las autoridades chinas batallaban con energías contra la amenazante expansión del coronavirus, sin recibir la mínima ayuda estadounidense, el Secretario de Comercio de Estados Unidos , Wilbur Ross, ponderó que la epidemia podría crear empleos en su país. Ross dijo que el virus es “muy desafortunado” pero es también un “factor de riesgo” que los negocios consideran para operar o no en China.  “Entonces creo que ayudará a acelerar el retorno de empleos a América del Norte, algunos a Estados Unidos y probablemente a México también”, dijo fría y calculadoramente el alto funcionario estadounidense al canal de noticias Fox Business.

The New York Times señala también que Trump y su principal asesor comercial, Peter Navarro, han aprovechado la pandemia como una oportunidad para redoblar esfuerzos con el fin de obligar a las compañías multinacionales a irse de China y mudar su producción a Estados Unidos. Navarro también ha propuesto reglas que obligarían a los proveedores de servicios médicos en Estados Unidos a comprar equipos de protección y medicamentos de suministradores estadounidenses. Más ello se enfrenta a la falta de capacidad de producción de esas empresas.

Ahora, enfurecido  por las críticas que ha recibido su respuesta a la emergencia, Trump ha enfilado los cañones contra la Organización Mundial de la Salud. El inquilino de la Casa Blanca ha dicho que “si la OMS hubiera hecho bien su trabajo para que expertos médicos ingresaran a China para evaluar objetivamente la situación en el terreno y denunciar la falta de transparencia de China, el brote podría haberse contenido con muy pocas muertes”.

“Esto habría salvado miles de vidas y evitado el daño económico mundial”, añadió Trump como justificación al insólito anuncio de que congelaba la entrega de los aportes de Estados Unidos a la OMS.

Hace dos meses, cuando según Trump se trataba de sólo “una gripe”, el mandatario estadounidense sostuvo una “larga y muy buena conversación telefónica” con su homólogo chino Xi Jinping, de quien alabó su “liderazgo” en la lucha contra la epidemia y auguró que “será una operación muy exitosa”.

Como han señalado líderes y analistas, resulta cínico, políticamente interesado y poco racional que, en medio de la pandemia, el presidente estadounidense decida cortar los fondos a la organización que lidera la coordinación en esta batalla internacional. “La OMS es absolutamente fundamental para los esfuerzos del mundo por ganar la guerra contra la COVID-19”, ha señalado el Secretario General de la ONU.

La Asociación Médica de los Estados Unidos afirmó por su parte: “Combatir una pandemia requiere de cooperación internacional y dependencia de la ciencia y los datos. Recortar fondos parra la OMS, en lugar de centrarse en soluciones es un movimiento peligroso en un momento precario del mundo”.

Donald Trump no alcanza ver más allá de su enfermedad reeleccionista. Actúa no como líder de la mayor potencia económica, científica y tecnológica, sino como el guapetón de barrio que golpea, amenaza y sanciona, mientras a su alrededor los vecinos mueren y van copando los espacios en los camposantos. Puro cinismo y desvergüenza.

Randy Alonso Falcón

Randy Alonso Falcón: Periodista cubano, Director del portal web Cubadebate y del programa de la Televisión Cubana “Mesa Redonda”. Cursa el Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad de La Habana. Correo: [email protected] En Twitter: @RandyAlonsoFalc.

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