Ucrania: ¿Adiós a los acuerdos de Minsk?

La aproximación del Mundial de Fútbol y la reciente apertura del Puente de Crimea por el presidente Vladimir Putin parecieron completar los argumentos de Kiev para preparar una provocación en Donbass.

Al menos, de ellos hablan las señas en el terreno.

En medio de declaraciones del enviado especial de Estados Unidos para Ucrania, Kurt Vokker, de eliminar las repúblicas de Donetsk y Lugansk, Kiev pareció recibir el visto bueno para resolver por la fuerza el asunto de las zonas sublevadas.

De ello habla el suministro de los sistemas antitanques Javelin a Ucrania, con un respaldo de 240 millones de dólares, aún cuando Washington indicó que para nada podían ser empleados en el conflicto de Donbass.

Pero pocos son los expertos que consideran imposible su utilización en Donetsk y Lugansk, si se inicia una ofensiva a gran escala, para lo cual Kiev parece preparar condiciones.

Así, el mando ucraniano anunció la realización de ejercicios prácticos para adiestrar a marcadores de la aviación de asalto del Ejército, es decir, para señalar en tierra los puntos que deben ser atacados por los helicópteros MI-24, en caso de una ofensiva.

Según lo estipulado en los acuerdos de Minsk-1 y Minsk-2, el empleo de la aviación está prohibido en el diferendo de Donbass, donde oficialmente se realizaba una operación antiterrorista.

Ahora, con la puesta en práctica de la llamada ley de reintegración del Donbass, donde se sitúa a Rusia como nación agresora y a Donetsk y Lugansk como territorios ocupados, es justificada la utilización de las Fuerzas Armadas.

Ello podría incluir la aviación. Sin embargo, exmiembros del gobierno ucraniano y generales advierten que en caso del inicio de operaciones a gran escala contra Donbass, Ucrania deberá enfrentar a unos 40 mil miembros de las fuerzas de autodefensa.

En los últimos días, esas mismas fuerzas de autodefensa rechazaron varias ofensivas en localidades como Gorlikova, situada en la llamada zona neutral, con saldo de varios muertos para el ejército ucraniano.

Analistas del diario digital Boenoe Obozrenie consideran que el presidente Piotro Poroshenko dirige un país con una economía en bancarrota que debe pagar sumas multimillonarias, tras recibir créditos en los últimos años de entidades internacionales.

Por ello, la única ‘mercancía’ en venta de Kiev para Occidente es su abierta política antirrusa y la posibilidad de involucrar a Moscú en una confrontación en Donbass.

Como espada de Damocles pende sobre Ucrania la posibilidad de que se realice el proyecto de gasoducto Torrente Norte-2, con lo cual se reduciría en menos de un 60 por ciento el gas ruso que circula por el sistema ucraniano de gasoductos hacia Europa.

La pérdida de la condición de país de tránsito, por la cual Kiev recibe millones de dólares de Rusia, sin hacer ninguna inversión adicional, sería muy negativa para la economía ucraniana, consideran expertos.

Kiev llevó a tribunales europeos temas tan obvios como el de si debía pagar el gas suministrado por Rusia, pero la inclinación rusofóbica de esa entidades le permitió ganar demandas judiciales para recibir compensaciones millonarias de Moscú.

Sin embargo, empresas como Gazprom para nada están dispuestas a desembolsar miles de millones de dólares a Ucrania, un país que consumió el gas, se negó a pagar y ahora, según tribunales europeas, debe recibir pagos de Rusia.

Otro elemento de una posible provocación para este verano lo parecen demostrar los vuelos espías con drones norteamericanos sobre la frontera entre Donbass y Rusia. En tiempos de la Unión Soviética esos aparatos ya estarían derribados, dicen expertos.

Además, la llegada de especialistas de fuerzas especiales norteamericanas a Ucrania para entrenar a unidades de sabotaje no parece hablar de un cumplimiento de los acuerdos de Minsk, sino más bien de todo lo contrario.

La reacción de algunos medio occidentales respecto a la terminación de la parte vial del Puente de Crimea fue exagerada. Así un diario estadounidense llegó a solicitar el bombardeo por Ucrania del nuevo puente para limpiar la afrenta a Kiev.

Ideas similares abundan, tanto en la prensa occidental como entre los políticos norteamericanos y, sobre todo, ucranianos.

Antonio Rondón García

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