Un mes después de las PASO: Cuadro de situación de un macrismo en crisis

El resultado de las PASO provocó un cimbronazo que a casi un mes de ocurrido los temblores aún se sienten. En el plano económico lo que hizo fue correr el velo sobre una crisis que se desenvuelve sin solución de continuidad desde abril del año pasado.

Lo que sucedió a partir del 11 de agosto es un segundo momento de aquella crisis, que sigue sin resolverse. La reacción de los mercados puede interpretarse como que intentan desconocer la voluntad popular y también que con el gobierno Macri se sienten más cómodos porque así están de los dos lados del mostrador.

Pero ha sido más fuerte el impacto en lo político. El estado de ánimo de ministros y funcionarios está por el suelo, se habla del posmacrismo y crecen los rumores de que muchos de ellos ya están tanteando volver a la actividad privada y algunos refugiarse en CABA.

Contra las cuerdas

El presidente Macri semeja a uno de esos boxeadores que acorralado en una esquina del cuadrilátero solo atina a defenderse como puede, su objetivo es perder por puntos, no por nocaut o abandono. Para Mauricio Macri perder por puntos significa llegar hasta el final y cumplir su sueño de ser el primer presidente no peronista que completa su mandato. No mucho más. Pero al mismo tiempo tiene ataques de optimismo -más forzados que reales- impulsado por los integrantes de Juntos por el Cambio, especialmente los radicales, que tienen sus fichas jugadas en las listas de parlamentarios, concejales e intendentes.

Esta doble situación lo lleva a caer en contradicciones. Por ejemplo achacar al resultado electoral de las primarias del actual descalabro económico, con lo que retoma el discurso original de acusar a los votantes de haber votado mal, al mismo tiempo que, en la necesidad de insuflar ánimo en la coalición que lo sostiene, no vacila en afirmar que «estas elecciones no existieron».

Cada uno por su lado

Como en aquella canción de nuestra niñez que llamaba a que «cada uno atienda su juego» la campaña electoral de Juntos por el Cambio ya no es más unificada, ya no se la uniformiza desde la Rosada. La propia dinámica política instalada después de las PASO la ha descentralizado. Sea en CABA o en Provincia de Buenos Aires, o en las intendencias que gobierna el PRO, todas se han autonomizado y le escapan a cualquier vinculación con la estrategia nacional del oficialismo.

Mientras, Macri ha anunciado que comenzará su campaña recién en octubre, con el argumento de que tiene que concentrarse en la gestión de la crisis, aunque en rigor lo que hace es ganar tiempo para rearmar un discurso creíble. María Eugenia Vidal en la provincia hace malabares para alcanzar una derrota digna pensando en su futuro político, en tanto que Rodríguez Larreta en Ciudad hace esfuerzos por no verse forzado a competir en un balotaje, habiendo tomado nota de que heladera mata cemento.

Defaulteando

A solo 28 meses de que iniciara su gestión el macrismo, e instalara el régimen de valorización financiera -libertad para los movimiento de capitales, altísimas tasas de interés y dólar controlado- saltó por los aires. ¿Qué provocó el estallido?, la constatación de que la deuda en bonos era impagable. Esa fue la razón de por qué Luis Caputo, en ese entonces titular del Banco Central, salió disparado en abril del 2018 a pedirle ayuda al Fondo. Pero el acuerdo firmado de urgencia y luego vuelto a renegociar con solo dos meses de vigencia no fortaleció la economía argentina, por el contrario la hizo más vulnerable. Se llega así a la actual situación en que no solo no se puede pagar la deuda con los privados sino tampoco la contraída con el FMI. Y a ello hay que sumarle la llamada deuda corta. La deuda del Banco Central en Letes (dólares) y Lecaps (pesos) que vencen semanalmente, de la que esta columna ha advertido varias veces sobre el peso que estaba adquiriendo y el déficit cuasi fiscal que generaba.

El gobierno niega estar en situación de default. Pero ¿por qué recurrieron al Fondo? ¿Porqué ahora patearon para adelante la deuda corta y llamaron a reperfilar la deuda en bonos y a negociar otros plazos de pago con el FMI? (en total unos 100.000 millones de dólares que no se pueden pagar a sus vencimientos) ¿Si no es default que es?

Batiendo récords

El gobierno batió el récord de endeudamiento. En solo tres años pasó de una relación deuda/PBI del 33 al 100 por ciento (y un porcentual en moneda extranjera del 14 al 80 por ciento). Pero lo más significativo es que se trata del primer gobierno que no puede pagar la deuda que él mismo contrajo. Normalmente se dice que ningún país defaultea en su moneda, pues bien al patear para adelante los vencimientos de las Lecaps eso es lo que hizo, postergó los pagos de los compromisos en pesos. No sé si hay antecedentes mundiales de esta situación inédita.

Por último en nuestra país lo común es que una crisis de esta naturaleza, sobrevenga luego de un ciclo expansivo de la economía -no siempre, la crisis de la Convertibilidad fue distinta-; pero aquí no hubo ningún ciclo expansivo y las características de la crisis -falta de dólares, déficit fiscal fuerte, inflación fuera de control- se cumplieron a rajatabla, y eso que los cuatro años anteriores fueron de una economía muy mediocre.

Así las cosas ¿qué puede esperarse de un próximo gobierno del Frente de Todos condicionado por el FMI, los bonistas y por los trabajadores y sectores populares que le dieron su apoyo electoral pero esperan mejorar su situación lo antes posible? El futuro no es muy alentador, pero de eso nos ocuparemos en próximas notas.

Eduardo Lucita

Eduardo Lucita: Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

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