Un mundo en guerra y una ola de olvido

Si se gasta en armas, ¿para qué invertir en la gente? A finales del año pasado, durante su anterior visita a Washington, el presidente de Ucrania Volodímir Zelenski recibió una bienvenida de héroe.

La Casa Blanca envió un avión de la Fuerza Aérea estadounidense para recogerlo en el este de Polonia unos días antes de Navidad y, con escolta de un avión espía de la OTAN y un caza F-15 Eagle, lo llevó a la Base Conjunta Andrews, en las afueras de la capital estadounidense. Esa noche, Zelensky compareció ante una sesión conjunta del Congreso: 13 ovaciones de pie fueron contadas antes de dejar el recinto.

El Congreso americano es abierto a brindar ovaciones a cualquier cretino que le permita hacer negocios. El desaparecido y caído en desgracia Juan Guaidó, como lo muestra el video (para los que quieran verlo, aquí) es un buen ejemplo de aplausos que al parecer Volodímir Zelenski no ha entendido. ​En la mañana del 21 de septiembre del 2023, Zelensky se reunió en privado con el entonces presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, antes de dirigirse al Senado, donde los legisladores lo interrogaron a puerta cerrada.

Esta vez el ambiente había cambiado. La asistencia a Ucrania se había convertido en un punto conflictivo en el debate sobre el presupuesto federal. Angus King, senador por Maine, describió la aterradora división de tareas: “Estamos dando dinero. Ellos están dando sus vidas”. Pero no es suficiente, el Congreso aprobó un proyecto de ley para evitar temporalmente el cierre del gobierno. No incluía asistencia para Ucrania.

La revista Times, que lo había nombrado persona del año en 2022, lo tiraba debajo de las ruedan del tren en la última entrevista: «Nadie cree en nuestra victoria como yo». La lucha de Volodymyr Zelensky por mantener a Ucrania en la lucha. Lo más espantoso es que una parte del mundo se acostumbró a la guerra en Ucrania. El agotamiento por la guerra avanza como una ola en Estados Unidos y Europa, es un espectáculo que no  permite ver su repetición por décima vez. Ahora con las primarias en el horizonte, nada mejor que ocultarlo, más aun si los republicanos piden un protocolo de retirada. Contraofensiva fallida, corrupción sin límite, los días de Zelensky están comenzando a consumirse como el hielo, según Asia Times en su artículo Zelensky on the rocks?

Una parte importante de la ayuda de la administración a Ucrania se destina a los salarios de los empleados del gobierno ucraniano, a los fondos operativos e incluso a las pensiones. La administración Biden propuso 16.300 millones de dólares para apuntalar al gobierno de Zelensky, lo que supone 2.300 millones de dólares más que toda la ayuda propuesta para Israel, más allá de los 61.400 millones en escrutinio, también solicitados, que irán a Ucrania. El problema radica en que, incluso si la guerra en Ucrania terminara hoy, pasarían años antes de que la economía ucraniana pudiera generar suficientes ingresos para cubrir los costos operativos del gobierno. Eso significa que el Tesoro estadounidense necesitaría darle a Ucrania miles de millones cada año sólo para subsistir durante la próxima década.

Los neoconservadores han tenido especial influencia en la formulación de la política exterior y militar, particularmente en las administraciones de los presidentes Ronald Reagan, George W. Bush, Obama y Biden. Sostienen que el poder (militar, económico o político) que no se utiliza se desperdicia a todos los efectos prácticos. El poder militar de Estados Unidos debería emplearse en todo el mundo para promover los intereses estadounidenses, ya no se trata de equilibrio de poder, se trata de dominio de un mundo basado en reglas, y por las dudas, no hay neocons republicanos o demócratas, están en los dos lados.

Robert Kagan, el teórico neocon, y esposo de Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado de los Estados Unidos con Barack Obama y actual Subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, ha sostenido que existen amenazada a la libertad, pero es posible cuidarla si sólo Estados Unidos puede proporcionar una libertad supervisando el sistema internacional y recurriendo cuando sea necesario al poder armado.

Coincidentemente, como un maná del cielo, Hamas atacó Israel dando pie a lo que 16 días antes del ataque, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, en su discurso durante el 78° período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, que se celebra en la ciudad de Nueva York, expuso como el futuro de Oriente Medio en un mapa, donde Palestina no existe, la limpieza étnica inesperadamente se volvió realidad, toda un concurso de casualidades (quien quiera escuchar el discurso aquí).

Extraña coincidencia que los conflictos violentos están aumentando en múltiples partes del mundo, según un análisis de la información recopilada por el Programa de Datos sobre Conflictos de Uppsala, realizado por el Instituto de Investigación para la Paz de Oslo. El número, la intensidad y la duración de los conflictos en todo el mundo se encuentran en su nivel más alto desde antes del final de la Guerra Fría. El estudio encontró que había 55 conflictos activos en 2022, y que el promedio duraba entre ocho y 11 años, un aumento sustancial con respecto a los 33 conflictos activos que duraban un promedio de siete años una década antes. Una coincidencia que los neocons estén en el poder.

A pesar del aumento de los conflictos, ha pasado más de una década desde que se negoció un acuerdo de paz integral con mediación internacional para poner fin a una guerra. Los procesos políticos liderados o asistidos por la ONU en Libia, Sudán y Yemen se han estancado o colapsado. Conflictos aparentemente congelados (en países como Etiopía, Israel y Myanmar) se están descongelando a un ritmo alarmante. Con la invasión rusa de Ucrania, el conflicto de alta intensidad ha regresado incluso a Europa, para beneplácito americano, lugar que anteriormente había disfrutado de varias décadas de relativa paz y estabilidad. Junto a la proliferación de la guerra, han llegado niveles récord de agitación humana. En 2022, una cuarta parte de la población mundial (dos mil millones de personas) vivía en zonas afectadas por conflictos, según Foreign Affairs. El número de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo alcanzó la cifra récord de 108 millones a principios de 2023.

Como muestra el cuadro de los BRICS 11, la idea occidental de cercar a China es muy clara. Que las grietas, las diferencia y las guerras se multipliquen desde Ucrania a Taiwán es la idea neocons no es nueva. Los conflictos complejos y multipartidistas se convirtieron en la norma después del colapso de la Unión Soviética, que eliminó el principio de organización binaria de la competencia entre Occidente y la Unión Soviética que dio forma a muchas guerras anteriores.

La ONU, que alguna vez fue el mediador de conflictos de referencia, ha sido marginada. La pérdida de influencia ha sido impulsada por la competencia geopolítica, que ha dividido a los estados poderosos. El Consejo de Seguridad de la ONU se ve particularmente afectado por estas fuerzas. Se ha paralizado, plagado de crecientes rivalidades internacionales entre Estados Unidos, Rusia y China y de un enfoque cada vez más transaccional de la política internacional. El estancamiento en el Consejo de Seguridad significa que la ONU no puede ofrecer soluciones ni censura por crímenes de guerra o agresión.

Una guerra en Medio Oriente afecta la alineación estratégicamente con Rusia-China-India-Irán. Esta alianzaes un golpe diplomático que ni siquiera empieza a dibujarse; la  respuesta de EE.UU. es la inestabilidad. Se trata de la segunda etapa del acercamiento entre Riad y Teherán, iniciado por Rusia y finalizado por China, sellado recientemente en Pekín. El Occidente colectivo puede estar preso del pánico, pero la teoría neoconservadora es considerar a todos ellos «peligrosos». Pero esta idea puede también resultar peligrosa en la práctica. Como en la primera cumbre trilateral, celebrada en Camp David el 18 de agosto entre Estados Unidos y dos vasallos asiáticos, Japón y Corea del Sur, se puede interpretar como el primer paso hacia una OTAN asiática político-militar aún más tóxica que el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) o la AUKUS, obsesionada por contener simultáneamente a China, Rusia y Corea del Norte.

Pero hay un componente más de esfuerzo por un mundo inseguro. «La guerra es un escándalo. Siempre lo ha sido…»según elgeneral retirado del Cuerpo de Marines de los EE.UU. Smedley Butler. Y afirma también: “Es el único negocio en el que los beneficios se cuentan en dólares y las pérdidas en vidas«. Por lo que creer que la teoría de los neoconservadores está desprovista de negocios es un verdadero desacierto.

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz, las 100 principales empresas fabricantes de armamento generaron en 2021, en conjunto, 592.000 millones de dólares. Eso implica un incremento de casi el 2% con respecto al año anterior y en 2022 un 4% respecto al último aumento. Los fabricantes estadounidenses  siguen a la cabeza, con casi la mitad de las ventas mundiales, no es de extrañar, entonces, que las cinco primeras empresas productoras de armas del mundo por ventas sean todas estadounidenses: Lockheed Martin, Raytheon, Boeing, Northrop Grumman y General Dynamics. Tenga en cuenta que el gráfico muestra los ingresos de defensa de cada empresa y no los ingresos totales.Esto se debe a que muchas empresas, como Boeing, también generan ingresos de industrias y sectores no relacionados con la defensa.

No habrán creído que las teorías bélicas eran gratuitas o que avivar las diferencias y los conflictos eran simples ideas sin sustento de negocios. Eso idea no pasa por sus cabezas.

Alejandro Marcó del Pont

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