Una reconfirmación geopolítica ante una certera incertidumbre

Región:

El desarrollo del conflicto entre Rusia y Ucrania dista de una rápida resolución donde los ingentes recursos materiales que ambos flancos purgan en el escenario no hacen más que predecir – y porque la Historia también lo predetermina – un posible avance a largo plazo de las fuerzas rusas sobre una gran parte del territorio en disputa.

El fluir materializado de Occidente – que no es gratis – podría tener un punto de inflexión ante las propias prioridades políticas, económicas y sociales tanto de los EEUU y particularmente de Europa donde quizás la opinión pública pueda dar voz a restringir su presencia en la contienda.

El furor geográfico con que el cambio climático se está haciendo presente en ambos espacios puede ser una clave para pensar si los esfuerzos de dichos Estados no se dirigirán hacia la mitigación de un proceso casi irreversible o a seguir apostando a un conflicto que puede llegar a orillar el despliegue nuclear de impredecibles consecuencias humanas en el mismo terreno de la contienda es decir el Continente Europeo:

Desde miles de muertes hasta la contaminación de sus aguas y tierras empujando a una hambruna generalizada sobre los sobrevivientes y de consecuencias humanas algo ya conocidas por el genocidio perpetrado por los EEUU ante los ataques nucleares en Japón a días de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

Sería redundante considerar el aspecto geoeconómico presente más cerca de un proceso recesivo e inflacionario a nivel mundial que de un crecimiento a » tasas chinas » pero con la particularidad que el fenómeno de inflación esconde – hábilmente – cuales son las tasas de ganancias de la grandes corporaciones mundiales que no están dispuestas a generar ninguna política de re-distribución del ingreso siendo este un » tabú » de la política a la hora de mostrar sus propuestas electorales.

Se ha impuesto un albur «La sociedad se ha corrido a la derecha» como un tampón que impide comprender que si determinados intereses corporativos no se ven afectados, el sin fin decadente de las clases medias y trabajadoras a nivel mundial ya desde la década de los 70 y el crecimiento de la impronta productivista de la tecnología no deja margen más que para pensar una configuración mundial de una excelsa masa proletaria y de mínimos niveles de consumo y de una pequeña elite que cada vez concentra el poder no solo político o económico sino del saber.

Asistimos hace mas de 20 años a que la preminencia de purgar por la identidad personal es más relevante que cuestionar a lo detentores de la Economía y la Política siendo esta primera el » arma » de lucha ante el dominio generalizado. La historia – siendo más reciente la Revolución Rusa – no se ha determinado por el accionar de la «identidad » sino por un colectivo común en función de un objetivo. El último resabio ha sido la Revolución Cubana o los intentos proto revolucionarios de la década de los 70 en América Latina.

El factor generacional – distinto a ese anterior momento – también juega un papel pues según se puede observar la acentuación de la individualidad y de los diversos mecanismos de individualización tecno/medio individualista no está dejando ver con claridad la verdad de la situación. Si bien las Primaveras Árabes movilizaron regionalmente a las juventudes locales el desenlace final no ha sido del todo prometedor. Hasta en el fenómeno crítico o contestatario una direccionada división afecta el alcance final de la liberación del mismo jugo que los domina. Los casi veinte días que nos separan del primer round electoral en la Argentina se enmarcan en una relativa indiferencia social algo que preocupa hasta al mismo Gobierno que impulsa mediáticamente un impulso » cívico » al votante para su concurrencia el día 13 de agosto.

Es prácticamente imposible predecir un resultado certero de esta contienda y de la venidera y definitiva para el mes de octubre, pero daría el parecer que algunos dilemas se pueden señalar – es decir – como el no retorno del » pasado neoliberal «, el » fin » de ciclo o «no queremos estar peor de lo que estamos «.

Algunas de estas premisas rondan en las mentes ciudadanas mientras que el fenómeno estanflacionario corroe todos los días los bolsillos argentinos que presienten que ante cada decisión económica personal están al frente de una micro situación del 2001 o de su fraccionamiento en pedacitos.

Quizás de lo seguro nadie quiere volver a los acontecimientos de ese diciembre, pero los efectos que hoy ellos sufren son más profundos que los de aquel momento.

Ezequiel Beer

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