Urge control cambiario para poner coto a la fuga de capitales en Argentina

Los análisis internacionales de la crisis de Argentina niegan cualquier paralelo con lo que ocurre en Venezuela. Es evidente su ocultamiento y/o confusión cuando proponen alternativas para “superar el populismo”.

Una muestra evidente de ello es cuando se clama que la solución para un país también con serios problemas como Venezuela es marchar rápidamente a una completa liberalización cambiaria como hizo el gobierno Mauricio Macri apenas asumió en 2015. Suponen, como también clamó el macrismo con infantil optimismo, que ella conllevaría inmediatamente a “retornar mundo” y a impulsar un flujo virtuoso de créditos e inversiones reales no especulativas.

Ahora en Argentina, ante la precipitación y magnitud del colapso en el último período, el gobierno “aperturista” de Macri solo atina a dar manotazos de ahogado de “más de lo mismo”. A solo tres meses de firmado el primer acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y ante la mayúscula profundización de la crisis, se está negociando precipitadamente un convenio con el mismo organismo, mucho más regresivo que el anterior, para lograr un salvavidas de emergencia que solo sería coyuntural.

El macrismo plantea que lo que hace es la única alternativa “aunque sea dura” ya que “no hay recetas mágicas”. Tal como lo muestran todas las encuestas de opinión, esto no es creíble para una sociedad abrumada por el desastre provocado por un gobierno que generó una fiesta financiera especulativa de entrada y salida rápida de capitales (carry trade) aumentando en más de 100.000 millones de dólares la deuda pública.

Ahora el gobierno pretende que se pague con recortes draconianos regresivos (caída de salarios, gastos sociales, obras públicas) y una devaluación del peso argentino “hasta que el mercado equilibre precios” dentro de un proceso que combina mayor recesión e inflación.

La crisis argentina se ha precipitado. Por ello, amén de ponerse en evidencia un descalabro económico y social mayúsculo, surge una pregunta lógica que ya no solo resulta de interés de especialistas confundidos sino también para una sociedad abrumada: El gobierno de Macri puede estar en caída libre pero, ¿ustedes qué harían?

Ya en emergencia, no alcanza sólo con esperar un recambio ante las elecciones presidenciales de 2019, tratando en el interín de abstenerse de definir propuestas o referirse sólo generalidades ambiguas, esperando que siga creciendo el desprestigio del gobierno. Pero la urgencia es inmediata, en este último trimestre de 2018.

En emergencia, hay que definir prioridades

Por lo pronto, es urgente confrontar con el argumento prevalente de economistas ortodoxos, ya insustentable por la propia realidad, que no debe plantearse control alguno al vaciamiento de reservas del Banco Central. El mito del “cepo”-con sus connotaciones carcelarias- a cualquier control del movimiento de divisas/capitales, que entusiasmó al macrismo y el establishment financiero bajo la creencia de que la liberalización era sinónimo de estabilidad y crecimiento, ha quedado sepultado por la propia realidad.

En un marco ya de emergencia y pérdida de rumbo es imprescindible introducir el debate sobre cuáles son las condiciones y prioridades del país. ¿Lo son la necesidad de sostener la producción y el trabajo o dar mayores incentivos aún a la especulación financiera? Es fundamental hacerlo con consistencia para desarticular el preconcepto -increíble a esta altura- de que el control cambiario es igual a desastre.

Existe sí un marco objetivo que puede ayudar a dinamizar el debate, y es, ni más ni menos, que ya resulta evidente que el actual desastre ha sido justamente causado por “vuelta a los mercados financieros globales ” que suponía que nunca podríamos tener una crisis al no estar más “aislados del mundo”.

La rápida desarticulación del mito de la “libertad de mercados” y libre convertibilidad de la moneda nacional en realidad tuvo también que ser confrontado en la historia argentina hasta por gobiernos conservadores (por ejemplo las crisis de 1890 y 1930).

Aún el propio FMI, hoy demandante de más ajustes y condicionando su “apoyo” a la Argentina al compromiso de mantener el mercado libre de cambios, ha llegado a reconocer recientemente (2012) que, aunque prefiere medidas preventivas al ingreso de capitales especulativos, entiende que el control a la salida de capitales es imprescindible en situaciones catastróficas, tal como sin duda ocurre hoy en Argentina, cuando las condiciones económicas y sociales están desbarajustando en forma rauda y dramática

El documento del FMI señala que “En situaciones de crisis, o cuando una crisis puede ser inminente, podría haber un rol temporal para la introducción de Controles en los Flujos de salida de Capitales (CFC)”.

Añade que, “Por ejemplo, cuando los países enfrentan shocks internos o externos que son grandes en relación con la capacidad de ajuste macroeconómico o financiero para manejarlos, o cuando el tamaño o la duración de los shocks son altamente inciertos, los CFC pueden ayudar a prevenir una caída libre del tipo de cambio y el agotamiento de las reservas internacionales. Cuando se considera inminente una crisis, los CFC pueden ser deseables si pueden ayudar a prevenir una crisis en toda regla”.

El punto de partida para el debate no deben ser consignas simplificadoras, sino indefectiblemente el reconocimiento de la realidad: que el control de movimientos de capitales es una necesidad imprescindible. La experiencia histórica -y sus fracasos y distorsiones- plantea desde el vamos, entre otras urgencias:

a) Definir claramente prioridades para el acceso y utilización de las escasas divisas del Banco Central,

b) Completa transparencia de las transacciones comerciales y financieras con el exterior para evitar maniobras y distorsiones,

c) Investigación pública exhaustiva de origen y condiciones de la deuda pública y privada, tanto en pesos como en moneda extranjera, así como de las operaciones realizadas en el mercado cambiario, y, por último, y no menor,

d) Defender la necesidad y el valor del ahorro en moneda nacional como reserva de valor para su canalización genuina y sustentable al consumo y la inversión y no a la especulación.

No hay tiempo que perder.

Jorge Marchini

Jorge Marchini: Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda, investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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