USA contra Venezuela: Una vergüenza histórica

El empecinamiento del gobierno de Estados Unidos a través de sus principales voceros –Trump, Rubio, Pompeo, Bolton, Abraham y otros– en atacar al gobierno de Venezuela no es sino una faceta más de la voluntad supremacista de esa nación, a través de su historia. Lo más peligroso del fenómeno es que en esta oportunidad el ataque va acompañado de una serie de gobiernos de alta peligrosidad que siguen órdenes directas de Trump.

Es algo verdaderamente penoso que países que se dicen libres y democráticos se unan a los dictámenes de un presidente que está conduciendo a esta nación a un desfiladero moral de proporciones gigantescas, violando todas las leyes de la diplomacia internacional y arremetiendo contra un país que, como Venezuela, tiene derecho a elegir un determinado modelo de gobierno, cuya legitimidad debe ser decidida exclusivamente por sus habitantes.

Según parece, luego de la disolución del grupo de países aglutinados hace pocos años atrás en torno al ALBA para crear un nuevo modelo de gestión socio-económica alejado del capitalismo neoliberal, USA entró ahora en una etapa más virulenta de ataques contra Venezuela, usando todos los medios posibles: sabotajes, guarimbas, injerencias, intentos de magnicidio, especulación financiera, inflación inducida y ahora un sabotaje eléctrico que ha sumido al país en una terrible zozobra, por cuanto nos ha privado de agua, gas, electricidad, teléfonos, internet, medicinas y alimentos por largas horas.

La más ridícula de estas operaciones ha sido implementar un gobierno paralelo en la figura de Juan Guaidó, un fantoche manipulado que ha recorrido el país cómodamente, autoproclamándose presidente de la República rodeado de un grupo de farsantes y vasallos que han designado ministros y otras autoridades con el objeto de nombrar en un futuro próximo un “gobierno de transición” cuya meta final sería transferirle los recursos de nuestra nación al gobierno de Estados Unidos.

Para colmo, este grupo de personajes ha urdido una red de traficantes financieros encargados de mover grandes sumas de dinero a través de cuantas bancarias para pagar a mercenarios que están haciendo el trabajo sucio en Venezuela; dinero que ha salido de la estafa financiera perpetrada a las cuentas que en moneda extranjera el país tenía en bancos del exterior. Esta fabulosa operación de fraude donde la nación perdió millones de dólares debería merecer la condena de la comunidad internacional.

Observamos, sin embargo, que la “comunidad europea” no mueve un dedo en favor de Venezuela; por el contrario, observamos a un gobierno supuestamente “socialista” como el de Pedro Sánchez asumir la presidencia de su país ofreciendo una opción de cambio, y no ha hecho sino reforzar aún más la línea neoliberal de ese gobierno. Es una lástima que luego de superado el infame gobierno de Rajoy, este nuevo mandatario español apoye las iniciativas belicistas de Donald Trump secundado por Piñera, Duque, Bolsonaro, Macri y Moreno en Suramérica.

En Cataluña, los indignados marchan por las calles exigiendo independencia cultural y política para liberarse de la monarquía centralista de Madrid y de la hipocresía institucional. En Paris y otras ciudades de Francia, los ciudadanos marchan usando chalecos amarillos en signo de protesta hacia el gobierno de Macron, quien acaba de despedir al jefe de la policía de París porque no quiso agredir a sus propios compatriotas. En Brasil, acaban de hacer preso al vampiro de Michel Temer, quien logró la infame confabulación contra el gobierno legítimo de Dilma Rousseff. Por suerte, México ha salvado su voto en esta oportunidad, a través de la palabra directa y sincera del presidente Andrés Manuel López Obrador, y se ha deslindado de la agresión a Venezuela.

A causa de este continuado sabotaje eléctrico de más de un mes, el país ha estado sumido en estos días en una penosa zozobra, que intenta dinamitar el tejido social de sus comunidades. Al paralizarse la energía eléctrica se detienen todas las transacciones, llamadas telefónicas, pagos, depósitos, se pierden los alimentos, los bombeos de agua se detienen, merma el abastecimiento de gasolina y gas, aumenta la inseguridad ciudadana, la gente va entrando en un nerviosismo y una angustia que desembocarían, tarde o temprano, en agresiones y violencia. Se busca el descalabro psíquico de los habitantes, que los venezolanos vayamos contra nosotros mismos y se produzca una implosión social para propiciar saqueos, vandalismo y crimen, y así poder justificar una supuesta ayuda humanitaria, cuyo primer intento se produjo hace poco en la frontera con Colombia y constituyó un rotundo fracaso, ayudado por cantantes de moda y operaciones mediáticas de falsos positivos.

Afortunadamente, la mayoría de la población venezolana tiene conciencia social y está resistiendo con valentía. Sabe que el problema no lo hemos causado nosotros, que todo este malestar se debe a la injerencia directa del gobierno de Estados Unidos y de una oposición política cómplice, los cuales han hallado la manera de intervenir los sistemas electrónicos de la represa del Guri en el estado Bolívar para crear explosiones que han destruido la estructura física de nuestra principal empresa de energía. No lo van a lograr porque el pueblo se ha organizado para resistir esto y más, para luchar por un país digno y noble cuyo pensamiento libertario es guiado por Miranda, Bolívar, Sucre, Guaicaipuro, Zamora, Chávez y un notable grupo de líderes civiles de donde destaca la figura pacifista de Cecilio Acosta.

Nuestro país saldrá adelante porque tiene esperanza en un porvenir construido con trabajo, fe en Dios y confianza en un pueblo valiente, como lo ha demostrado a lo largo de su gloriosa historia.

Gabriel Jiménez Emán

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