Venezuela y su histórica decisión de dejar la OEA

La histórica decisión asumida por el gobierno de la Republica Bolivariana de Venezuela de abandonar la Organización de Estados Americanos (OEA) desenmascara la nefasta historia de ese ente protector de los intereses de Estados Unidos en la región.

Venezuela acaba de tomar una decisión histórica que le evita -como dijo Fidel- tener que pedir perdón por su membresía en la más repugnante organización internacional de la que se tenga memoria en la historia regional, según expresó el analista y académico venezolano Sergio Rodríguez Gelfestein.

‘Es una decisión tardía, debió tomarse el 16 de diciembre de 1999, día posterior al del referéndum en que el pueblo de Venezuela soberanamente adoptó el nombre de República Bolivariana para el país’, agrega.

Desde ese día era un contrasentido seguir perteneciendo a ese engendro imperial agresivo, pero como dice el proverbio ‘nunca es tarde si la dicha es buena’. Hoy en Venezuela si se sabe para que sirve la OEA, apuntó.

No tiene ningún sentido pertenecer a una organización que es capaz de violar su propia Carta para actuar ilegalmente en contra de uno de sus miembros, solo con el fin de acatar los deseos y la voluntad de otro, por muy poderoso que éste sea. Hoy, el Libertador ha sido reivindicado, puntualiza.

Su llamamiento al Congreso de Panamá del 7 de diciembre de 1824 se ha hecho realidad en la decisión del gobierno de Venezuela de denunciar la Carta de la OEA (organización panamericana) y simultáneamente convocar a una reunión de CELAC, (organización latinoamericana y caribeña), el 2 de mayo, en la que sin la presencia de Estados Unidos, se podrá debatir de igual a igual y sin tutelajes, subrayó.

Muy seguramente, advirtió Rodríguez Gelfestein, los corifeos de Washington (si asisten) tratarán de ser voceros de los intereses imperiales, pero tendrán que hacerlo de frente, y sin la protección y seguridad que le da el insepulto cadáver del ministerio de colonias.

En un extenso análisis del asunto titulado ‘OEA. La diferencia entre saber y no saber’, el académico cita diferentes pasajes de la historia donde la organización ‘no aprovecha dignamente sus encuentros y solo es coro de Washington para intervenir y apoyar ‘golpes fascistas militares en Guatemala, Paraguay, Nicaragua, Ecuador y Brasil’, según denunció un día el poeta chileno Pablo Neruda.

Asimismo, precisa, ocurrió con el presidente chileno Salvador Allende, quien en mayo de 1965 expresó que ‘Si hubiera una Organización de Estados Americanos con dignidad, se aplicarían (sanciones) contra los Estados Unidos, agresor e invasor que ha pisoteado los principios permanentes de respeto a la autodeterminación y soberanía de los países’.

El análisis se adentra en la historia de la región y cita palabras de Jorge Vázquez, subsecretario de Relaciones Exteriores del gobierno peronista de Héctor Cámpora.

En una reunión especial de la OEA, en Lima, en 1973, ‒recuerda el académico‒ Cámpora señaló que ‘en la mayoría de los casos (la OEA) resultó un obstáculo en relación con los aislados esfuerzos del continente para superar la balcanización de América, producto decantado de la diplomacia imperialista’.

Agregó que la organización era ‘un instrumento de la política norteamericana (…) que hasta ahora sólo nos ha producido amarguras y frustraciones’.

Según el analista venezolano estas palabras no podían anticipar que tres años después Estados Unidos, bajo resguardo de la OEA, habría de apoyar el golpe de Estado en Argentina que produjo miles de asesinados y 30 mil desaparecidos, tampoco suponía que Estados Unidos iba apuntalar a Gran Bretaña en 1982, cuando intereses ‘superiores’ lo hicieron olvidar los ‘objetivos supremos’ de la carta de la OEA y el TIAR en la Guerra de las Malvinas.

Agrega que en su reflexión: ‘¿Tiene la OEA derecho a existir?’ del 14 de abril del 2009 el Comandante Fidel Castro resumía toda una vida de indómita resistencia del pueblo cubano a la agresión permanente de Estados Unidos con la complicidad de ese foro.

‘La OEA tiene una historia que recoge toda la basura de 60 años de traición a los pueblos de América Latina’, dice Fidel y a continuación puntualiza en torno a la posibilidad de que Cuba reingresara a la organización según el deseo de su entonces Secretario General José Miguel Insulza.

‘Sabe (Insulza) que nosotros no queremos ni siquiera escuchar el infame nombre de esa institución. No ha prestado un solo servicio a nuestros pueblos; es la encarnación de la traición. Si se suman todas las acciones agresivas de las que fue cómplice, estas alcanzan cientos de miles de vidas y acumulan decenas de años sangrientos’, puntualizó Fidel, citado por el analista venezolano.

Respecto del futuro de la OEA. Fidel sentenció que ‘El tren ha pasado hace rato, (…) Algún día muchos países pedirán perdón por haber pertenecido a ella’.

Otra figura que abordó el triste papel desempeñado por la OEA para América Latina fue el comandante Hugo Chávez, quien puso como ejemplo la defensa del presidente Carlos Andrés Pérez ‘mientras un pueblo era masacrado y estaba llorando a sus muertos, miles de muertos’.

Hablaba con conocimiento de causa, señala Rodríguez Gelfestein, ese golpe de Estado fue avalado por el silencio de la OEA y el apoyo a quienes habían usurpado ilegalmente el gobierno.

Entonces, qué se puede esperar de una organización que solo se creó como pantalla para que Washington pudiera entronizar la dominación y la expoliación de sus vecinos de América en nombre de una presunta libertad y democracia.

Luis Beaton

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