Veracruz, la Cuarta Transformación y la defensa de la naturaleza

De todas las entidades del país, Veracruz se ha distinguido por la presencia de una sociedad especialmente sensible y activa en la defensa de la naturaleza y la protección del ambiente. Ahí está la larga batalla contra la nucleoeléctrica de Laguna Verde, hoy convertida en elefante blanco, igualmente peligroso, en un monumento a la chatarra nuclear.

Todos recuerdan las cadenas humanas en las carreteras veracruzanas impulsadas por los antinucleares. También todos saben de la vigorosa protesta ciudadana durante el accidente de Anaversa que derramó 40 mil litros de sustancias tóxicas en Córdoba. Varias décadas de resistencias heroicas, de la proliferación de centros académicos dedicados a temas ecológicos, hoy confluyen con el triunfo de Morena a lo largo y ancho del estado, de tal suerte que en muchas regiones de la entidad las batallas en defensa de la naturaleza se entrelazaron con las luchas por el voto de izquierda. El mejor ejemplo es el del actual presidente municipal de Xalapa, un reconocido académico y ambientalista de larga tradición que ganó las elecciones con Morena.

El panorama hoy es que no hay región del estado donde los ciudadanos no estén vigilantes, exigiendo acciones del gobierno o demandando a los causantes de desastres o amenazas ambientales. La organización Lavida (Asociación Veracruzana de Defensa Ambiental) junto con 27 comunidades de siete municipios demanda el uso racional y equitativo del agua en las cuencas de los ríos Actopan y La Antigua. Igualmente la Unión de Pueblos contra la Minería tóxica exigen declarar Veracruz libre de esta práctica. Otros grupos están pendientes de la salud del Pico de Orizaba, mientras campesinos y activistas del río Jalcomulco llevan casi seis años en resistencia contra la construcción de una hidroeléctrica por una compañía brasileña. Hay incluso una organización de jóvenes defendiendo la vida de los animales afectados por la expansión turística y urbana en las costas veracruzanas.

Xalapa, la capital, es también un baluarte nacional de ciudad verde. Con mil 800 hectáreas de zonas protegidas (parques, bosques de niebla, selvas bajas y cafetales de sombra), es ya la ciudad con la mayor biodiversidad urbana del país, una situación que vigila con enjundia una organización ciudadana llamada Red de Custodios del Archipiélago. También en Xalapa se trabaja por el buen uso del agua, la captación de la lluvia y el manejo de las cuencas que la abastecen. Lo mismo sucede con la basura, en proceso de desprivatización, pues la administración anterior dejó amarrado un convenio perverso con una firma francesa ineficiente y fraudulenta. En la misma tesitura, el pasado 12 de julio el cabildo jalapeño en sesión solemne declaró a la ciudad libre de plásticos de un solo uso.

Termino: esta novedosa combinación de ambientalismo y gobiernos de izquierda tuvo su mayor desafío con el incendio ocurrido en Las Vigas el pasado marzo (11 a 15), en que el fuego consumió 815 hectáreas de bosques de pino del Cofre de Perote, principalmente de la hermosa Reserva de San Juan. El incendio fue controlado gracias a la participación de mil 643 combatientes forestales de la Conafor junto con ejidatarios y la acción concertada de los gobiernos federal, estatal y municipal. La concurrencia de esfuerzos no tuvo precedente, es un ejemplo nacional de so­lidaridad con la naturaleza afectada por una imprudencia humana. La fuerza de la naturaleza se vuelve contra nosotros cuando afectamos sus equilibrios o ritmos, pero también se expresa como una fuerza creativa cuando trabajamos con ella.

Hoy en el área afectada por el incendio se implementa una bien construida campaña de restauración forestal, en la que participan campesinos de los tres ejidos afectados, personal de instituciones estatales y federales, investigadores y técnicos con alta experiencia, industriales de la madera de la región (quienes comprarán los restos calcinados para un fondo económico que subvencione la restauración) y voluntarios de la sociedad en general. El domingo pasado, las manos de cientos de familias de Xalapa y otras ciudades acudieron a sembrar miles de árboles en el área dañada. Sus hijos y los hijos de sus hijos verán de nuevo el bosque… y admirarán su resplandor. Parece que en Veracruz se ensayan avanzadas maneras de transformar la realidad.

Víctor M. Toledo 

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