Washington y sus conspiraciones contra Bolivia
Recientes revelaciones sobre la injerencia de funcionarios norteamericanos en Bolivia y sus conspiraciones con la oposición no son nuevas y más bien responden a la lógica con la que Estados Unidos actúa contra el proceso de cambio desde la llegada al poder de Evo Morales.
El 6 de noviembre Peter Brennan, encargado de negocios de la embajada estadounidense en La Paz, y otros miembros de esa legación visitaron al expresidente Carlos Mesa, a quien ofrecieron apoyo para que presente su candidatura en los comicios de 2019, a fin de impedir un eventual triunfo del Movimiento Al Socialismo (MAS) en esa contienda.
La denuncia la hizo el propio presidente Evo Morales en un acto de entrega al Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas de la antigua sede de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
Evo Morales ya había advertido sobre la posibilidad de expulsar al encargado de negocios, si continuaba sus conspiraciones con la derecha.
‘Esta injerencia no es reciente, no son hechos aislados’, advirtió el ministro de la Presidencia, René Martínez, en una entrevista concedida a Orbe.
Recordó que ya en agosto último el gobierno boliviano había exigido una retractación a Brennan por cuestionar las relaciones de Bolivia con el gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro.
A ello se suma el encuentro este año del dirigente de la opositora Unidad Nacional, Samuel Doria Medina, con Michael Fitzpatrick, representante de la administración de Donald Trump, por sólo citar algunos ejemplos.
Para entender las complejas relaciones entre Bolivia y Estados Unidos hay que remontarse al pasado. Durante muchos años esos vínculos estuvieron marcados por el intervencionismo y un sometimiento de las autoridades locales a los intereses del país norteño.
A tal punto llegó la subordinación que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) tenía su oficina en el Palacio de Gobierno, el grupo militar de Estados Unidos estaba en el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y el Fondo Monetario Internacional en el Banco Central.
Esta situación cambió radicalmente cuando Evo Morales llegó a la presidencia en 2006 y decidió liberar política y económicamente al país y mantener vínculos con los demás países, incluido Estados Unidos, sobre la base del respeto mutuo y el rechazo a los antiguos esquemas de intromisión.
A partir de ahí las relaciones se tensaron y uno de los puntos culminantes fue cuando en 2008 Bolivia expulsó al embajador norteamericano, Philip Goldberg, por su apoyo al golpe en las prefecturas de la llamada Media Luna, es decir los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, que pretendía desmembrar el país.
Después vendrían otras medidas, como el cierre de la base militar de Chimoré, la expulsión de la Agencia norteamericana Antidrogas y de la Usaid.
Datos revelados por WikiLeaks dan cuenta que Estados Unidos, a través de la Usaid, desembolsó al menos cuatro millones de dólares para los grupos separatistas en este país entre 2006 y 2009.
En la actualidad las relaciones entre Bolivia y Estados Unidos se nantienen al nivel de encargado de negocios y dentro de poco Brennan será reemplazado por Bruce Williamson.
Brennan se va del país sin trofeos, porque fracasó en su misión de dividir a Bolivia y derrotar el proceso de cambio, afirmó Evo.
El presidente advirtió que si su reemplazante en el cargo, se dedica a conspirar también ‘se encontrará con la horma de sus zapatos porque el pueblo boliviano está unido y organizado’.
Carmen Esquivel Sarría
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