Banco, el elefante en la habitación

Los bancos se apalancan para ganar más, la gente se endeuda para financiar esas ganancias

Levantar un edificio financiero sólido sobre los cimiento de una moneda de deuda como el dólar, es algo realmente complejo, de hecho, no puede conducir a otro lugar que no sea a crisis recurrentes. El efecto básico de las políticas monetarias de la Reserva Federal durante los últimos 23 años, a través de las cuales se han inyectado billones de dólares en el sistema financiero en los años 2000, 2008, 2020 y actual, ha llevado a desvincular los precios de los activos de riesgo emprendiendo una borrachera histórica de préstamos, burbujas, rescates y deuda.

Lo interesante de esta carrera contra la muerte es que tranquilamente podría ser una de las historias de novela negra del gran escritor griego Petros Márkaris y su inspector Jaritos, donde, la Reserva Federal, bancos de inversiones, la Casa Blanca, los reguladores estatales y contendientes a la presidencia, lucen como grandes sospechosos de liquidar bancos, asesinar economías, exterminar negocios y desviar culpas.

Las formas de ejecución hacen que estos misteriosos participantes sean los sospechosos de siempre, aunque con algunas modificaciones. En principio, lo interesante es que, en medio de un tsunami de comentarios sobre los bancos, nadie menciona el proverbial elefante en la habitación, el dominio abrumador de las finanzas en la economía y la sociedad mundial. La razón por la que nadie ve a este paquidermo es que hemos llegado a creer que «este es el orden natural de las cosas». Hemos permitido que las finanzas se conviertan en la base de la economía. Toda la economía se detendrá sin que billones de dólares de crédito fluyan a través de los ríos del mercado. Desde rescates de préstamo de un día para otro hasta dudosas hipotecas a 30 años, mientras deudas/créditos son el aire que infla burbujas, recompran deuda, garantizar depósitos, asegurar liquidez.

Lo que se ha olvidado es que la economía alguna vez dependió no solo del crédito sino también de los ahorros, la inversión y de la producción. En la economía anterior a la financiarización, el capital y el crédito eran escasos; ​los préstamos/créditos fluían a través de canales muy estrechos: las hipotecas a 30 años se suscribían de forma conservadora y no se vendían, las tarjetas de crédito tenían que pagarse en su totalidad cada mes (y eran difíciles de conseguir), los ingresos marcaban las posibilidades reales de consumo de la sociedad.

Los problemas que enfrenta el sistema financiero hoy en día son mucho mayores y sistémicos que los que confrontó con anterioridad. La crisis de 2008 fue desencadenada por una crisis de la vivienda que se convirtió en una crisis bancaria por cortesía de las operaciones de derivados tóxicos de Wall Street. La crisis actual es una crisis de bonos del Tesoro, que es la base del sistema financiero actual, la clase de activos más importante que existe. Y una vez más, Wall Street se ha vuelto loco con derivados basados ​​en esta clase de activos.

En 2008, los derivados eran «permutas de incumplimiento crediticio» y el mercado para ellos tenía un tamaño aproximado de 50 a 60 billones de dólares. Hoy en día, los derivados se basan en «tasas de interés/rendimiento de bonos» y el mercado para ellos es de más de U$S 500 billones. Y como acabamos de descubrir con Silicon Valley Bank, Signature Bank o Credit Suisse, los bancos tampoco fueron particularmente inteligentes en la forma en que administraron sus riesgos, y como dejamos claro en el artículo Good Morning, Silicon Valley Bank, estaban sentados en una montaña de derivados. Durante el último año, cuando la Fed elevó su tasa de interés del 0,25% al 4,75%, el mercado del Tesoro colapsó. Recuerde, cuando los rendimientos de los bonos suben, los precios de los bonos caen y los reguladores miran al cielo.

Al mismo tiempo otros valores de deuda siguieron su ejemplo, incluidos valores respaldados por hipotecas, bonos corporativos y similares. Porque el rendimiento de los bonos del Tesoro representa la tasa de rendimiento «libre de riesgo» contra la cual se cotizan todos los activos de riesgo. Entonces, cuando los bonos del Tesoro cayeron, todos los demás instrumentos de deuda tuvieron que ser revaluados en consecuencia. Como resultado de esto, los bancos americanos tienen actualmente U$S 640 MIL MILLONES en pérdidas no realizadas en sus carteras de bonos/deuda de mayor duración.

Las crisis de confianza no vienen del cielo sino de la toma de decisiones. Veamos una secuencia con Silicon Valley Bank para aclarar esto. Cuando el banco presentó su estado de situación patrimonial del cuarto trimestre del 2022 sus números estaban en rojo. Los activos que había comprado, bonos del Tesoro a U$S 10, supongamos, con las subas de tasa habían descendido a U$S 5, por lo que emprendió una venta pública de acciones y bonos a pérdida para cubrir el rojo en el balance y lamentablemente fracasó. Es decir, los activos del banco, más o menos líquidos, siempre tienen comprador, a un valor menor que el que figuraba en sus libros o uno pactado, pero genera un agujero que debería ser tapado con nuevo capital.

Ningún banco tiene la capacidad de sobrevivir a una crisis de confianza, no tiene la liquidez suficiente para afrontar un retiro masivo de depósitos de sus cuentas, para eso existen los bancos centrales. En este caso, todo se derrumbó, tanto acciones, préstamos a tecnológicas que se desvalorizaban, como bonos, que ayudaron a agravar la crisis de confianza; no obstante, saltan a la luz algunas pruebas que incriminan a ciertos sospechosos, cuya jugada los vuelve dudosos.

Lorenzo Ramírez, periodista económico en negocios Tv, comentó que existía un proyecto por parte de inversores cercanos al partido republicano, un plan de rescate para el banco con anterioridad a su traspié, que fue rechazado por la Casa Blanca por considerar que los inversores estaban en una lista negra del partido demócrata. Si bien no se sabe quiénes eran, resulta llamativo que existan listas negras y que la propuesta fuera anterior al derrumbe.

Hay dos hechos que confirman, al menos, que nadie actuó siguiendo la tendencia del mercado o la alerta de privados por la situación del apuro bancario, sino que se tenía información de movimientos tendientes a mitigar su caída o sacar ventaja de la misma. Los dos mayores banco israelíes crearon un grupo de emergencia para sacar dinero del banco, ya que existen muchas empresas tecnológicas judías que tenían depósitos en él. Se sabe que lograron retirar U$S 1.000 millones antes del derrumbe.

Pero tampoco queda claro el accionar de Goldman Sachs. Al parecer, aunque no hay constancia, el banco habría tocado a sus puertas para que comprar su cartera de deuda con una pérdida de U$S 1.800 millones, a lo que el banco de inversión accedió realizando un gran negocio, y se comprometió a su vez que el hueco generado por la pérdida seria cubierto por inversores reclutados por ellos proporcionando una ampliación de capital por la pérdida mencionada, cosa que no sucedió.

Al parecer hay un interés dirigido en que la desconfianza a los bancos regionales derive en una mayor concentración bancaria. Los clientes asustados de estos bancos corrieron a las ventanillas de los grandes bancos a depositar su dinero. Pero, al parecer, este rescate, que se podría haber evitado, derivará en un aporte de liquidez de 2 billones de dólares nuevos en el circuito, tratando de esconder o exponer a los jugadores más frágiles del sistema que el mercado comienza a escanear para hacer negocios.

Lo que nadie sabía era la determinación que iba a tomar el Banco Central europeo con las tasas de interés ante este evento, si las subiría o no. El jueves 16 el BCE ha determinado, según los medios europeos, una de sus decisiones más difíciles de su historia. Apostó por la crisis financiera, le interesa más contener la inflación y, por lo tanto, subió los tipos de interés 50 puntos. Al parecer, el Banco Europeo, con la misma lógica americana, prefiere una concentración mayor del sistema, utilizando como pretexto subas de tasas para bajar la inflación. La Reserva Federal se reunirá la semana del 20 de marzo, ¿subirá la tasa o las dejará igual?

Supongamos dos escenarios. Uno que no la sube, pero riega 2 billones de dólares al mercado de salvataje a los bancos, lo que hará que la inflación suba. La otra opción es aportar semejante liquidez y subir las tasas, aunque sea un cuarto de punto con lo que atacaría al sistema financiero sin terminar de reducir la inflación; los perjudicados serían familias, hipotecas, salarios, etc., pero marcando la agenda de negocios para quienes no están en la lista negra.

Y aquí viene la segunda parte de los sospechosos de siempre, y es que la inflación, la concentración financiera y la retracción económica no se podrían llevar a cabo en medio de una disputa electoral, en la que una parte del partido demócrata cree que Biden no ganará las próximas elecciones, al menos que algunos negocios queden asegurados, y no solo los bélicos, sino la imagen del presidente. La mayor de los miembros del Partido Republicano del Comité de Vigilancia de la Cámara de Representantes le exigió al Departamento del Tesoro información sobre las transacciones bancarias de la familia Biden.

Después de que su padre se convirtió en vicepresidente de Barack Obama, Hunter Biden, el hijo de Joe Biden, forjó relaciones de negocios con intereses extranjeros –Ucrania y China– que le redituaron millones de dólares, generaron cuestionamientos sobre su intención de aprovechar el apellido de su familia, causaron alarma entre los funcionarios de gobierno por los posibles conflictos de interés y les dieron a los republicanos un motivo para atacar a su padre durante años. El Tesoro había negado el acceso a la documentación existente, que contenía al menos 150 acusaciones sobre la familia del presidente, aduciendo que los negocios familiares eran una cuestión de seguridad nacional, lo que maltrataría la democracia americana de manera notoria.

Los reportes se basan en documentos presentados por bancos y otras firmas financieras a la Red Contra los Delitos Financieros (FinCEN) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que ahora implicarían al hermano del presidente a su hijo, va a la familia del presidente. Si bien es cierto que en los informes los republicanos no han logrado demostrar ninguna participación de Joe Biden en los negocios de su hijo, ni que haya tomado medida alguna para beneficiarlo o beneficiar a sus socios extranjeros, con estos nuevos documentos parecería que sí. La guerra a su vez es un mal indicador.

Entre democracia frustrada, retroceso unipolar, negocios financieros y bélicos, el futuro sistema financiero americano tiene como telón de fondo una montaña de devaluados derivados en los bancos que seguirá trayendo quiebras, una inflación persistente y necesaria para licuar pasivos e incentivos y una carrera presidencial que obliga a optar entre ajustar este año para seguir la fiesta el año de la elecciones o a la inversa. Lo cierto es que los sospechosos son realmente culpables.

Alejandro Marcó del Pont

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