Ómicron, inflación mundial y las sombras de una suba de las tasas de interés en EE.UU.
Hay una nueva preocupación en los mercados mundiales porque se presenta una situación inusual: la posibilidad de que se desacelere el crecimiento junto a una persistente inflación mundial. Los «mercados» fueron los primeros en emitir una señal de alerta ante la nueva variante Ómicron de coronavirus, hace tan solo una semana con un derrumbe momentáneo de las bolsas mundiales.
El viernes 26 de noviembre había no más de cuatro países que habían confirmado la detección de la variante en su territorio y los mercados del mundo habían caído de manera drástica. Algunos analistas dijeron entonces que fue una sobrerreacción, y el movimiento lógico posterior fue un rebote de los valores bursátiles. Las acciones que sí aumentaron claramente, a contramano del resto, son las de los laboratorios fabricantes de vacunas.
Un rebrote del covid-19 preocupa por el impacto que pudiese tener en la economía a través de las medidas de restricción de la movilidad, los confinamientos. Especialmente, se espera que podría tener repercusiones en sectores de servicios como turismo, restaurantes, y tiendas comerciales.
En estos años hemos visto también cómo la pandemia generó cambios en los hábitos de consumo. Estos generaron eclosiones en las cadenas de suministro, generando cuellos de botella y más tensiones inflacionarias por los desequilibrios provocados entre la demanda y la oferta de bienes.
Inflación e incertidumbre
Un repaso por algunos indicadores de cómo está incidiendo la inflación en distintos países. Empezando por Estados Unidos, el Índice de Precios al Consumidor (IPC), aumentó un 6,2 % en octubre en comparación con hace un año, el aumento más rápido desde 1990. En la zona del Euro se registró una inflación de alrededor del 4,1 %, la más alta en 13 años. Se destaca el caso de Alemania, que verificó un aumento de 4,5 % interanual en octubre, el más alto desde agosto de 1993, afectada por la suba de precios de energía.
Por su parte, en Reino Unido no fue muy distinto, subiendo 4,2% en octubre, con un impacto en particular del costo de la energía. Sólo en algunos lugares como en Japón aún no está generándose una precipitación de los precios.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación también ha dicho que los precios de los alimentos a nivel mundial se encuentran ahora en sus niveles más altos en más de una década.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los precios al consumidor podrían aumentar alrededor de un 4,8 por ciento a nivel mundial durante el próximo año.
¿Peor el remedio que la enfermedad?
Algunas de las herramientas o recetas clásicas para frenar la inflación, como el aumento de las tasas de interés, también pueden ralentizar el crecimiento económico, lo que podría poner en peligro o debilitar la recuperación económica luego del derrumbe de la pandemia.
“Esta vez los bancos centrales no tienen margen para actuar. Tienen que elegir entre luchar contra la inflación o impulsar el crecimiento”, indicó Ipek Ozkardeskaya, analista de Swissquote a la agencia Bloomberg, una frase que grafica de alguna forma la limitación que tiene el capitalismo para gestionar y darle una salida a la crisis.
El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, dijo este martes que la inflación ya no es «transitoria» y adelanta que el “tapering” puede ser más rápido.
¿Que es el tapering? es una política monetaria que consiste en reducir las compras de bonos a gran escala, o sea los estímulos monetarios, lo que hará subir las tasas de interés.
«En este punto, la economía está muy fuerte y las presiones inflacionarias son altas y, por lo tanto, en mi opinión es apropiado considerar terminar la reducción de nuestras compras de activos, que de hecho anunciamos en la reunión de noviembre, quizás unos meses antes, y espero que lo discutamos en nuestra próxima reunión en un par de semanas», afirmó Powell en un testimonio ante la Comisión de Banca del Senado.
La suba de tasas de interés es una forma de los gobiernos capitalistas de buscar frenar la inflación en los países centrales, poniendo un límite a la expansión de la demanda, al crédito, y así también repercutiendo negativamente sobre el crecimiento de la economía. Pero al mismo tiempo los bancos centrales tienen una necesidad de subir las tasas desde los niveles reales negativos para recuperar una herramienta de política económica ante la posibilidad de nuevas crisis.
Los ojos estarán puestos entonces en la decisión que adopte el Comité Federal de Mercado Abierto, que fija la política monetaria de la Fed, en su próxima reunión de dos días el 14 y 15 de diciembre.
Algunos especialistas ya adelantaron que las subas de tasas podrían ser tres al año en 2022, empezando por una en junio próximo.
¿A dónde va la economía global?
Recordemos las previsiones oficiales de crecimiento para los años próximos. El economista Michael Roberts resalta en su blog la proyección económica del Fondo Monetario Internacional para 2024, en donde se estima que el Producto Bruto mundial seguirá estando un 2,8 % por debajo de lo que se pensaba que estaría antes de que ocurra la recesión pandémica.
El FMI había proyectado en octubre un crecimiento mundial de 5,9% de 021 y 4,9% para 2022. Hay que esperar al próximo informe para ver cómo procesa esta nueva situación de la variante del covid y el impacto inflacionario.
Algunas estimaciones más optimistas esperan que el impacto de Ómicron no sea tan grave como la primera ola en 2020, o como el impacto de la variante delta. “Cada nueva cepa va teniendo un impacto menor”, indican algunos. No obstante, algunas primeras estimaciones acortan a la baja el crecimiento del PBI mundial de 4,5% a 4,3%, como al de oxford economics.
Dos aspectos más a tener en cuenta sobre las tensiones y contradicciones globales. De una parte, como señala Roberts, las ganancias corporativas se recuperaron rápidamente, e incluso están en niveles superiores a las tendencias que se esperaban antes de la pandemia. Un contraste con el ritmo de crecimiento, que todavía está por detrás, y más aun, un contraste entre el ritmo de estas ganancias de las empresas con el aumento de la desigualdad en el mundo. Es que una mayoría trabajadora viene cargando los costos de la crisis.
De otra parte, preocupa la enorme deuda de los Estados y deudas privadas que se acumularon luego de la crisis de Lehman Brothers y que se expandió ante las necesidades de financiamiento para responder a la crisis pandémica. Un problema potencialmente explosivo.
Impacto en países dependientes
Una suba de las tasas de interés en EE. UU. significa siempre un endurecimiento de las condiciones financieras y un repunte del dólar (es decir, una depreciación de las monedas de países “emergentes”).
Esto significa que se hará más costosa la deuda pública en dólares de los países latinoamericanos, sumado al debilitamiento del crecimiento por el enlentecimiento de la economía estadounidense.
Mirando a la Argentina, si con la “brisa de cola” (ya no viento de cola) de 2021 se observó un saldo extraordinario de comercio exterior, un crecimiento de casi 10 % y prácticamente un nulo impacto en la distribución del ingreso, las tensiones mundiales al encarecimiento del dólar y del crédito ponen aún más sombras para los años venideros, en una economía acorralada por el régimen del FMI.
Lucía Ortega
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