Otra Iniciativa fallida: De lavadores de dinero a las tarjetas de débito
Lo que hace la gente por no trabajar. Si se leen las atribuciones y facultades del secretario de Hacienda y Crédito Público de México, se llega a la conclusión de que es un hombre demasiado poderoso, más de lo que cualquiera pueda imaginarse. Su poder en la ley rebasa toda forma de imaginación:
Maneja la deuda pública, proyecta y coordina la planeación nacional del desarrollo y elabora todos los pones oficiales correspondientes; proyecta y calcula los ingresos, la utilización razonable del crédito y la sanidad financiera de la administración pública federal.
Planea, coordina, evalúa y vigila el sistema bancario y todas las atribuciones en materia de seguros, fianzas, valores, criterios y montos globales de los estímulos fiscales, además de establecer las tarifas de los bienes y servicios, cobrar los impuestos, contribuciones y mejoras.
Además de fijar los derechos, productos y aprovechamientos federales, organizar los servicios aduanales, representar el interés de la Federación en controversias fiscales, formular los programas de gasto público, autorizar los programas de inversión pública ‘conducir la política inmobiliaria del gobierno.
Reivindicar los bienes propiedad de la Nación, proyectar y reconstruir los edificios públicos pertenecientes al patrimonio y una serie de actividades conexas que sería prolijo enumerar.
Es tanto el poder del secretario que nadie se explica cómo le sobra el tiempo para asistir en Chicago, Illinois, a la entrega de tarjetas de débito expedidas por Banco Azteca y Banorte para que la Secretaría de Bienestar pueda depositar en ellas el dinero de los programas sociales. Un acto nada sutil de propaganda política.
De hecho, el envío de las famosas remesas de los paisanos migrantes, que una nueva iniciativa hacendaria del Senado consideraba debía hacerse a través de dólares en efectivo en el Banco de México, después de haber sido bateada, se fue a dormir el sueño de los injustos, y en su lugar ya apareció el programa patito que sustituirá la gran idea.
Desde todos puntos de vista, forzar al Banco de México a recibir las carretadas de miles de millones de dólares, sin acreditar procedencia alguna, iba a hacer que la institución fundamental del país quedara como una lavadora gigantesca de dinero al servicio de cualquier maloso que quisiera aprovechar ese hueco.
En su lugar, ahora aparece el novedoso cuento de las sucursales de los bancos de bienestar que son construidas por el ejército, faltaba más, y financiadas con dinero procedente de los programas inconclusos de salud pública. Vaya usted a saber cuántas compras de medicinas y construcción de clínicas y hospitales fueron pasadas al cuchillo.
En el torbellino del contrasentido el secretario de Hacienda hace depender el crecimiento y el desarrollo del éxito del programa de vacunación antipandemia. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
Cualquier observador de medio pelo opinaría que las actividades del poderoso secretario de Hacienda y Crédito Público en Chicago pueden llevar a considerar que estamos ante actos de desesperación electoral. Las encuestas serias cada día son más desfavorables a Morena.
Y cualquier analista concluiría que el hecho de haber frenado la iniciativa de convertir el Banco de México en un gran lavador de dinero de dudosa procedencia ha terminado en un programa patito de tarjetas de débito a domicilio, previa petición de votar por el partido promovente.
Mouris Salloum George
Mouris Salloum George: Director del Club de Periodistas de México A.C.
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